miércoles, 13 de enero de 2010

¿Cómo tengo que acostar a mi bebé?

Tenemos a ese ser diminuto en nuestros brazos, sabemos que estos primeros meses el sueño va a ocupar la mayor parte del tiempo y que, por lo tanto, la manera como lo dejemos en la cuna va a tener más importancia de la que aparenta. Nos llegan consejos de todos lados, la mayoría sin argumentar y que además se contradicen entre ellos. Ahora la decisión es tuya, aquí tienes la información.


Nuestras abuelas ponían a sus hijos en la cuna boca arriba, luego las nuevas tendencias hicieron que nuestras madres nos acostaran boca abajo, la vecina dice que los bebés tienen que dormir de lado y ahora...¿cómo acuesto yo a mi bebé?
El criterio que prevalece actualmente está dirigido a reducir el riesgo de muerte súbita que, pese a producirse sólo en un 0,2% de los bebés de entre los dos y los cuatro meses de edad, constituye la causa principal de muerte en los países occidentales durante el primer año de vida. La Sociedad Europea para la Prevención de la Muerte Súbita Infantil recomienda que duerman boca arriba durante los primeros seis meses de vida.
Cuando se aconsejaba acostar a los pequeños boca abajo se pretendía evitar que pudieran ahogarse en caso de que devolvieran un poco de leche y la aspiraran. No obstante, ahora sabemos que este riesgo no está demostrado, que las estadísticas no lo corroboran, y que los recién nacidos están bien protegidos por el mismo reflejo que les permite "bucear" desde el primer día sin tragar agua.
Por la noche, es recomendable que el bebé duerma en su propia cama, un espacio pequeño que le haga sentir protegido, y sobre una superficie firme. Dormir en la misma cama que los papás, pese a que tiene sus aspectos positivos, se desaconseja para la seguridad del bebé.
Respecto al ambiente de la habitación, se debe evitar temperaturas demasiado altas (unos 20-23ºC son la temperatura ideal) y por supuesto, evitar también el humo del tabaco. Tampoco le debemos abrigar en exceso, el sobrecalentamiento propicia un sueño profundo que reduce la capacidad de reaccionar ante la falta de oxígeno. El mismo motivo es el que hace desaconsejable ponerlos a dormir boca abajo: el sueño se hace más profundo y disminuye la capacidad de respuesta, (se ha observado que el riesgo de muerte súbita se reduce hasta al 50% si se compara los que duermen boca abajo con los que duermen boca arriba). No obstante podemos tener al bebé algunos ratos boca abajo, cuando esté despierto o cuando le estemos viendo, para favorecer su desarrollo muscular y psicomotriz. Si se les pone a dormir de lado, la reducción del riesgo es menor que cuando se les acuesta boca arriba. Debemos asegurarnos, en caso de que sea necesario acostarlo de lado, que el brazo inferior esté hacia delante, para evitar así que, en caso de que se dé la vuelta, quede boca abajo.
Estos consejos son aplicables no solamente por la noche sino a cualquier hora del día, puesto que el recién nacido distribuye su sueño de manera bastante homogénea a lo largo de las 24 horas sin distinguir el día de la noche. Esta ritmicidad tan fragmentada -generalmente cada tres horas se alternan vigilia, sueño y necesidad de alimento- hace que surjan otras dudas: dónde acuesto a mi bebé, cuándo acuesto a mi bebé?
Lo que nosotros hagamos le será de ayuda para que poco a poco se vayan organizando sus ritmos biológicos, no solamente su sueño sino también los ritmos de alimentación, de actividad...Para ello podemos colaborar estimulándole cuando esté despierto y sea de día: sacarle de la cuna y hablarle, darle mimos...Aún si está durmiendo, durante el día evitaremos dejarlo a solas y a oscuras y lo pondremos en un ambiente con luz, con el ruido propio de la actividad diurna y la compañía de quién lo está atendiendo. Cuando anochezca aprovecharemos para ir implantando las rutinas que cuando su organismo esté preparado le permitirán un sueño nocturno adecuado y que de momento servirán para proporcionarle bienestar para un periodo prolongado: baño, cambio de ropa y de pañal, tranquilidad y oscuridad. Le daremos las buenas noches y lo pondremos a dormir (que no es lo mismo que decir que lo dormiremos!!) en su cama y, en cuanto vuestra comodidad lo permita, (preferiblemente hacia el tercer mes) en su propia habitación.


Anna Bes Oliva Licenciada en Psicología

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