viernes, 18 de noviembre de 2011

¿Tiene cólicos del lactante? Son temidos y molestos pero pasajeros

No tiene hambre, ni sueño, ni está enfermo. Pero llora sin consuelo todas las tardes durante horas. Sufre los incómodos cólicos del primer trimestre que pondrán a prueba vuestra paciencia. Aprende a aliviarle y a sobrellevarlos.



Comienza alrededor de las dos semanas de vida y pueden alargarse hasta los 3 ó 4 meses. Resultan incómodos para el bebé…y angustiosos para los padres. Así son los cólicos del lactante, un cuadro típico de llanto del recién nacido, que afecta a un 10-30 por ciento de los bebés, y que supone un motivo de consulta médica.
Para el diagnóstico, la regla de los tres
Llorar durante al menos tres horas al día, un mínimo de tres días a la semana y a lo largo de más de tres semanas. Éstos son los tres requisitos necesarios para determinar que tu pequeño sufre cólicos del primer trimestre. Observarás que un llanto similar al grito empezará a diario, de forma brusca y sin motivo aparente –no hay fiebre, ni vómitos, ni otro síntoma evidente- y lo hace al caer la tarde, aunque también pueden darse por la mañana. Entonces, y pese a tus incontables intentos por calmarle, tu pequeño parece no encontrar consuelo, hasta que, también de manera brusca, su llanto cesa en un momento dado de la noche. Además, es normal que durante la crisis, tu bebé esté rígido, con la cara enrojecida y aspecto enfadado, y encoja las piernas hacia la tripa, aprieta los puños y su espalda se arquee. Y si tocas su abdomen, lo notarás duro y quizás expulse algún gas.
¿Por qué se producen?
Se desconoce el origen. Numerosos estudios médicos han intentado determinar la causa, pero no se ha llegado a ninguna conclusión. De ahí que tampoco tenga una solución concreta. Sin embargo, estas investigaciones revelan la existencia de una seria de factores que se barajan en su aparición y que se resumen en tres grandes grupos:
Aspectos alimentarios. En tan sólo un pequeño porcentaje -alrededor del 5 o 10 por ciento de los casos- podría estar implicada la alimentación. Por este motivo, y sólo en casos muy concretos –cuando aparecen otros síntomas como baja ganancia de peso, diarrea crónica- se plantea un cambio en la alimentación. Si el bebé es alimentado con lactancia artificial, el médico prescribirá una leche especial, y si es amamantado, le pedirá a la madre que suprima los lácteos.
Factores ambientales. Unos padres nerviosos no son responsables directos de los cólicos de su bebé, pero lo cierto es que contribuyen a su aparición. Por similares razones, un recién nacido excesivamente estimulado o que no se encuentre en un ambiente relajado puede sufrir estos episodios con más facilidad.
Además, se apuntan cuestiones varias como el temperamento más nervioso del bebé, inmadurez neurológica del lactante –más evidente hasta los tres meses de vida-, alteraciones hormonales –presencia más elevada de la hormona intestinal, la motilina-, o problemas intestinales como el reflujo gastroesofágico. Pero también hay autores que aseguran que el cólico del lactante es simplemente la primera forma que tiene tu hijo para manifestar su protesta.

La solución a los cólicos del lactante
* El tiempo es el único “remedio” eficaz para estas crisis. Y es que, al no responder a ninguna enfermedad, la mejor medicina consiste en esperar y confiar en que, no más allá de los cuatro meses de vida, este llanto desaparecerá, y las tardes-noches empezarán a ser más relajadas para todos. Hasta entonces, deberás seguir las recomendaciones de tu pediatra, que se centrarán principalmente en acompañar al bebé, siempre y cuando haya descartado precisamente la intolerancia a la leche de vaca. Así, en cuanto empiece el llanto, métete en una habitación en la que no haya ruidos, dejándola en semipenumbra, coge a tu pequeño en brazos y hazlo durante el tiempo que sea necesario.
* No le dejes llorar por miedo a que se “acostumbre”, un bebé tan pequeño no está intentando manipularte con su llanto, ni quiere lograr tu atención intencionadamente. Una vez que le tengas en brazos, colócale en posición boca abajo –apoyando su cabeza en tu antebrazo, pasando tu mano bajo sus rodillas y evitando comprimir su tripita- y mécele suavemente, con movimientos rítmicos de balanceo y cantándole canciones de cuna. También puedes sentarte y apoyarle, boca abajo, sobre tus rodillas, mientras le das un ligero masaje en la espalda.

* Los balanceos en una mecedora con un ritmo marcado o bien los paseos en su cochecito le suelen tranquilizar. También un baño tibio, seguido de un masaje en la tripa, pueden ayudarle. Realiza, alrededor del ombligo, movimientos circulares en el sentido de las agujas del reloj, ejerciendo una presión moderada. También puedes probar a juntar sus rodillas y llevárselas hacia el vientre, sujetarlas así unos segundos, y luego, soltarlas, y repetir la secuencia varias veces.
* Revisa su forma de alimentarse buscando la manera de reducir sus gases. Así, si le ofreces el biberón, vigila que la tetina siempre esté llena de leche, para lo que deberás colocar el biberón casi en posición vertical, y procura hacer un descanso a media toma para ayudarle a eructar. Y si tu bebé toma el pecho, asegúrate de que mama en la posición correcta, es decir, que todo el pezón y parte de la areola están dentro de su boca. Además, evita la ingesta de bebidas excitantes como el café té o la cola.
* Olvídate de cambiarle de leche de fórmula sin que el pediatra te lo indique o de ofrecerle “tisanas” milagrosas que podrían ser peligrosas para tu bebé. Sólo si el médico te lo receta, podrás administrarle algún medicamento para aliviar sus gases o algún producto homeopático recomendado en las dosis que él te marque.

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